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Kennedy (obscenity)

El asesinato es el fin de un presidente, derribado por sus excesos y ensimismado en su arrogancia –j re-

Este capítulo pertenece al cap. 6 de mi libro Kennedy (obscenity) (C) Derechos reservados 03.00 de la madrugada del 21 nov del 63

Me he despertado, a mi lado John duerme plácidamente con su torso desnudo; veo en su cabeza su clásico remolino de la parte trasera. Ahora estoy en el lavabo, llevo sandalias rojas y un pijama de seda gris plata, dentro una pieza interior dorada me cubre la pelvis. Anoche con la ayuda de un buen licor le sorprendí. Mi lengua alborotada embebida con una pizca de sal, le buscó debajo de las sabanas y él, medio dormido al ver el reflejo dorado rio de buena gana. Siempre hemos elaborado el sexo, y el de anoche fue salvaje, intenso. Mi personalidad al ser más moderada ¡caray siempre!; no acepta los topes que arrastro desde la infancia. Y el ¡se sorprendió! Aún me dan vuelta sus últimas palabras: –Jackie, al amarte por detrás ¡me has enloquecido! Un disparate tal vez, si, ¡un disparate! Fui hasta donde había dejado mi agenda y me la traje hasta el lavabo, me preguntaba: ¿Cuál es el programa de mañana en Dallas? Esa ciudad me atrae irresistiblemente. Puedo recordar aquella anécdota cuando jugando a las cartas con mi padre, el presumía de adivinar y extrajo un caballo –y dijo: –Cabalga hacia Dallas… tu corazón.

Decidí abrir el sobre y sacar todo lo que llevaba, eran tres hojas, tan solo ¡tres laminas! En una de ellas aparecía una foto de un tipo y en el lateral unas palabras en grande “Mr. X” y su nombre real: L FletcherProuty, Jefe de Operaciones especiales de la Junta de Jefes del Estado Mayor, he decidido por ahora descartarle. La siguiente era una carta a mano de Marilyn, con una explicación en su borde izquierdo “interceptada por el servicio secreto”, y dirigida al presidente; en la tercera la fotografía, era de esa larga noche en la cual Marilyn canta para el presidente su cumpleaños feliz. Aparte las dos, la carta interceptada llevaba fecha de la mañana siguiente de esa última noche junta que pasaron juntos después de la fiesta del cumpleaños, tenía muchos tachones y ponía:

Dear John Anoche fue algo espectacular, la risa, el sexo, tu atrevimiento y la bronca al final. He decidido contar a todos a algunos nuestra relación. ¡Soy mejor que Jackie! Un beso desde mi corazón Marilyn Norma Jean

No agregaba mucho más a las complejas historias que circulan de esa época, pero si servía para ver su estado de ánimo y como se acercaba a su amante. También era útil para reconocer que el grupo que la manipulaba obtenía información de primera mano del presidente. Pero esa noche habían perdido un alfil, con lo cual pensé, ¿fue desde ese momento cuando se abrió la solución de asesinarle? Pero para ello era preciso establecer la relación entre los diferentes grupos de presión que por acción u omisión deseaban alterar el vértice del Estado. La clave estaba en la otra fotografía, donde aparecen Kennedy y Marilyn –única imagen que se salvó de manos del servicio secreto– subiendo al coche que les llevará al Hotel. Ella mira de frente a la cámara y él parece cohibido. Ambas miradas expresan deseos de un futuro diferente, la de un político hábil y la de una estrella desequilibrada quien aumenta su odio respecto al rol de bomba sexual que le han adjudicado. Pero, ¿porque mi Director me entregaba estás imágenes? ¿Qué nos aportaban? Mire por detrás, ponía en letra pequeña de su propia mano: “la conexión entre La Mafia y la CIA es ella” y agregaba “su voluntad de permanecer fiel a él, se contradice con la voluntad del Presidente en buscarse líos sexuales. ¡Aquí alguien salto por los aires!”. Escuché sonar el timbre, al abrir un pizzero me traía una caja. Levante la tapa y un olor intenso de queso y bacón guardaba debajo una esquela. Mi Director ponía escrita a mano, con lápiz una serie de ideas:

1- Si ya has abierto el sobre, este es el siguiente que puede ayudarte a responder la pregunta: ¿Quién salto por los aires? 2- He hablado está mañana con Obama, le he pedido que te dejen en paz esos tipos de la CIA, “¡los de la chapa!”, como les llamas tú. 3- Nos vemos el lunes, 16 Hs. En el mismo sitio. Dtor.

La pregunta batía en mi interior y coincidía con la famosa frase de Jackie referida a los años 60/63, al decir: “vendrán muchos buenos presidentes, pero nada recreara ese momento mágico que vivimos”. En el fondo de mi corazón, mi profesión tan preciosista, pertenecía a esa búsqueda de cada mueble o documento, la cual debía estar en su sitio y en buen estado; y esa pregunta me hablaba de un cambio tan profundo que alteraba mi espíritu. El asesinato es el fin de un presidente, derribado por sus excesos y ensimismado en su arrogancia. Desde la distancia se observa un rey que se mantiene vital y joven apoyándose en un coctel de fármacos (1), en una anarquía sexual y un matrimonio que cumple los estándares de fidelidad que necesitan los medios de comunicación, del cual, observo John Kennedy sigue una estela marcada por su padre Joseph D. en su frase a su esposa Rose.

“Un largo camino desde East Boston… ¿no es así?”. (2)

Pero en este infierno que todos han bautizado como Camelot, Jackie juega el rol de “Jackie Kennelrock”, un brillante maniquí que aparece en la serie “Los Picapiedras” en 1961 (3), cuando Wilma y Betty están comprando con su tarjeta de crédito en unos grandes almacenes y la ven en el escaparate. Y, de nuevo aparece en la punta de mi lengua la horrible pregunta: ¿Qué ha saltado por los aires?, pero por primera vez surge una respuesta clara y precisa, es… ¡la inocencia feliz de América! Por ello decido escribir en una cinta de hospital esa frase, y la pego en la puerta de entrada de mi despacho, y retiro de allí la anterior, aquella que decía “dept Asses. ¿K?”. Y mientras estoy en mi tarea, dos tipos conocidos se acercan, son los dos de la CIA de la noche pasada. Menos mal que: “¡Obama te protege!” Y digo: –Hola –Nos han dado órdenes que le ayudemos –dice el negro. –Al lavabo voy solo. El blanco con cierto fastidio, me muestra una identificación y dice: –Está es mi chapa. Veo que pone: 037256-A y el nombre de Ron Sánchez. ¡Es hispano!

Aquel primer contacto fue frío, pero escandaloso. Marilyn estaba sentada en un sillón de terciopelo y el presidente Kennedy entro por un lateral. La gente se arremolinaba, nada dejaba paso a tal séquito. Él, miro hacia el final de la sala y desde ese espacio detrás de una copa de Martini con una aceituna, dos ojos le correspondieron. Marilyn observaba como rasgando el espacio y separando lo interesante de lo estúpido. Llevaba puestas sus gafas de nácar y curvadas. Se las quito, e hizo un gesto cursi. Una bomba había estallado. Sus amigos cercanos a la Mafia, la habían situado, y luego en su oído le dejaran correr, que si era capaz de aguantar esos cinco minutos en que Kennedy se movía al acecho del público, luego el escogía una señora o un contacto político y echaba a andar en su dirección. Y, ¡la información fue la correcta!, pudo ver como él se deslizo con rara coquetería hasta dar con su sillón y decir: –Es Usted la… –Actriz de sus sueños –respondió Marilyn de manera jovial y cargando de electricidad todo el entorno. –He visto algunas de sus películas –Y yo le he votado. Y le he escuchado por radio mientras me ducho. –El jabón no encaja con mi curso de política nacional. –Le aseguro que su voz me atrae hasta la morada del genio. Y se pudo de pie estirando su mano. El contacto –para ella– fue la confirmación de un estilo, en cambio–para él– casi superaba a Jackie. Enseguida le rodearon, él se giró y le dibujo una media sonrisa, y dijo a su secretario algo inaudible. Era una cita. Una retirada del amor conyugal y un acercamiento a una excepción entre las féminas. Aquella noche en Hollywood alguien abrió un champan para decir: “ella está en la senda de su deseo. Y ella ama sin límite”.

La mafia había colocado su peón –en mi reflexión concluí-.

Notas 1) Kennedy tomaba; esteroides para su enfermedad de Adisson, analgésicos para la espalda, antiespasmódicos para la colitis, antibióticos para las infecciones del tracto urinario, antihistamínicos para las alergias. Fuente Mike Celizic 2) Mike Celizic 3) Mike Celizic 4) Marilyn conoció a Kennedy en 1954, en una fiesta en casa del productor Charlie Feldman. Una fiesta a la que acudió con su marido Joe DiMaggio, en la que bailó acaramelada con su admirado Clark Gable y en la que deslizó un papel con su número de teléfono en la chaqueta del entonces joven senador norteamericano. Durante ocho años se sucedieron los encuentros entre ambos. Fuente: “Marilyn y JFK” de François Forestier

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