PIZZA

Solo un buen amante de la pizza puede escribir historias sobre la sociedad contemporánea.

Solo un buen amante de la pizza puede escribir historias. Suelen surgir cargadas de pólvora, con aceite de ricino, y buscando la ideología que fabricamos para intoxicar e intoxicarnos. Por ello amo la pizza, y su fuerza variada y rica. De peperoni, de queso, de prosciutto, de cebolla, de queso roquefort con pera.

Estas grandes páginas del placer en mi casa las ponemos en la mesa los viernes a la noche cuando el ruido de la semana nos ha despojado de nuestra habitual pasión por el trabajo. Es allí donde aparece el buen trato, el lento discurrir de las horas, la película, o la charla, o el sueño que nos asalta por estar cansados. Por ello la pizza es para este escritor el fermento de sus historias, lentas, inseguras que le dan vuelta en la cabeza y se suceden ante el temor de la perdida de la capacidad de crear.

Pero la levadura es la observación, las manías recurrentes de sus compañeros del planeta azul que inventan menús de mentiras, de silencios, de ambigüedades o dicen que la verdad es su verdad. Y es en ese momento cuando resucita el buen gusto a la pizza.